viernes, 5 de junio de 2009

¿Votar o no votar? ¿Anular por qué? ¿Votar por quién?

Es lo que muchos mexicanos se han estado preguntando los últimos días, además de otras tantas cosas que, indiscutiblemente, poseen mayor importancia a nivel personal y/o familiar. Muchos están decididos a no ir a votar, es decir, a abstenerse. Otros anuncian que van a anular su voto tachando por completo la hoja electoral; hay quienes van a hacer anotaciones marginales en la boleta electoral: desde mentadas de madre hasta propuestas concretas (y por tanto, adhiriéndose a la anulación del voto); otros convocan por el (pésimamente mal denominado) “voto blanco” queriendo expresar que no debemos votar por ningún color lo que, si he entendido bien, es equivalente a promover votar por “ninguno de los anteriores”. Otros piden asentar en la casilla en blanco (esa que está en la parte inferior derecha de la boleta), el nombre de un candidato independiente. También hay campañas que promueven con un ambiguo eslogan el “no voto” (no se sabe si se refieren a abstenerse o a anular el voto)... etc. Pero también hay posturas críticas frente a los movimientos que promueven la anulación del voto. Particularmente, sobre una argumentación exclusivamente consecuencialista se afirma que anular el voto es “inútil” o que “no conduce a nada” o “no se consigue nada” como si, quienes afirman eso, tuviera una especie de certeza ex ante y capacidad para mirar el futuro y todas las “consecuencias” que se siguen de un acto concreto. El argumento, si es que acaso puede llamársele de esa manera, es más o menos así: “si se anula el voto, ¿luego, qué? ¿Qué cambia?”

A continuación intentaré mostrar (1) que no hay buenas razones ni para abstenerse de votar ni para invitar o promover el abstencionismo. (2) Diré además que, por el contrario, se pueden dar razones --y buenas razones, es decir, de peso--, para justificar la anulación del voto y por tanto, para considerar justificadas también todas las campañas que invitan a los mexicanos a anular la boleta electoral (pasaré por alto propuestas algo incautas como hacer anotaciones marginales en la boleta). (3) Finalmente intentaré extraer ciertas ideas a partir de los puntos anteriores que servirían para criticar la posición de aquellos que rechazan el voto nulo.

1. ¿Votar o no votar?

Una de las ideas centrales del Liberalismo Político de Rawls es que los individuos poseemos una doble capacidad: por un lado, para desarrollar nuestros propios planes de vida y conducirnos conforme a ellos y, por el otro, para articular criterios conforme a los cuales queremos que se organice la vida con los demás. Esa doble capacidad quiere decir entonces que los individuos somos competentes para saber qué queremos para nosotros en nuestra esfera individual (escoger una carrera, un trabajo, un culto religioso, o una determinada orientación sexual) y, además, para determinar conforme a qué criterios queremos que se organice la vida pública. Pues bien, desde este punto de partida se ha defendido la importancia del derecho de participación política. Se ha dicho, por ejemplo, que el derecho de participación es “el derecho de los derechos”, que es la representación fiel, digamos, de la capacidad que todos los individuos poseen para tomar parte en la toma de decisiones que les afecten. En consonancia con lo anterior, se defiende entonces que el derecho de participación posee un valor intrínseco, esto es, un valor independiente de los resultados o las consecuencias que tenga su ejercicio.

Si partimos de este supuesto, me parece que la idea de abstenerse a votar resulta contradictoria con el presupuesto del derecho de participación, es decir, con la capacidad que tenemos los individuos para “autogobernarnos”: sería tanto como decir que el que se abstiene, si bien es cierto podrá autogobernarse en la esfera individual, no se gobierna en la esfera pública. Se dirá así que el abstencionista está conforme con que otros lo gobiernen y tomen decisiones por él (sería interesante, por cierto, un estudio psicológico del abstencionista político para determinar si también delega en otros la toma de decisiones en su vida privada, aunque obviamente no hay ninguna relación necesaria entre estos dos extremos). A fin de cuentas, el abstencionista sería el equivalente práctico de la negación o refutación de la capacidad que poseen los individuos como agentes políticos. Pues bien, es en este marco como se entiende a todas sus luces la postura de todos aquellos para los que el abstencionismo implica una actitud conformista y despreocupada; individualista o incluso egoísta: en el sentido de que “mientras yo esté bien poco importa lo que suceda a mi alrededor”. Ahora bien, el que se abstiene posee una salida en su favor: el pesimismo, que bien podría decirse es ya uno de los rasgos estructurales de la fisonomía mexicana. Sin embargo, la posición del pesimista político no parte de una valoración intrínseca de su participación política, sino consecuencialista: afirma simplemente que participar no conduce a nada, que con su actuar no añade ninguna diferencia y que, por eso, se queda en su casa; posición que, valga la pena repetir, refleja una visión consecuencialista del valor del voto: "como mi participación aislada no puede marcar ninguna diferencia, mejor ni me presento a la casilla electoral".

2. ¿Anular por qué?

¿Pero qué sucede cuando partimos de aquella idea rawlsiana para evaluar la postura de los que abogan por el voto nulo? ¿No estamos tratando acaso con ciudadanos que están conscientes del valor (intrínseco, repito) de su participación política? ¿No estamos ante una posición que finalmente aboga por el ejercicio del voto sea cual sea su forma de manifestación o la manera como debe dirigirse? El que apuesta por anular su voto, creo, reconoce el valor que posee la participación política: presupone que los individuos tenemos la capacidad para saber cómo queremos organizarnos como sociedad. Además, la defensa por la anulación del voto se elabora a sabiendas de que la anulación no posee ninguna consecuencia jurídico-política en términos de conformación de las cámaras legislativas; el que ha decidido ir a anular su voto está consciente del valor simbólico que posee su posición, valor que, al parecer, no es visible por los que critican a los “anulacionistas”.

El que anula, pues, sabe que la suya no es la única voz, está consciente de las “consecuencias” de su anulación (si es que es posible prever ex ante todas las consecuencias que se derivarían de este acto); pero eso no le impide ver que tiene derecho a que su voz, sea cual sea el sentido en la que se oriente, sea escuchada. Posiblemente sea suficiente este argumento para justificar en alguna medida la anulación del voto. Pero seré pesado y añadiré otro más.

Desde el punto de vista del poder político que gozan los mexicanos, nuestro sistema está organizado de tal forma que los ciudadanos sólo poseen impacto horizontal: todos tenemos un voto y sólo uno, y todos los votos pesan por igual. Sin embargo, los mexicanos (o la gran mayoría), carecen de poder político entendido como influencia vertical: los representantes no deciden conforme a los “deseos” de los ciudadanos que les eligieron. En otras palabras, los mexicanos carecen de formas concretas para ejercer su poder político que no sean otras que participar en las elecciones votando. Una vez que se vota no hay forma de vigilar, inspeccionar y, en general, ejercer poder sobre los representantes. Hay entonces un rompimiento, un gran agujero, digamos, entre nuestros deseos como ciudadanos y las acciones llevadas a cabo por “nuestros delegados” en el congreso. En definitiva, no hay modo ya de “controlar” a los gobernantes ni pedirles rendición de cuentas. El poder político de los ciudadanos entendido como poder horizontal de impacto se ejerce un solo día y, por decirlo toscamente, ahí se agota; mientras que el poder político de los ciudadanos entendido como influencia vertical es prácticamente inexistente.

Desde este punto de vista no veo otro camino más que considerar formas alternativas de ejercicio del poder ciudadano. En este sentido, la anulación del voto vendría a constituir un medio de expresión política independientemente de que sea “eficaz” o no. Si partimos únicamente del análisis en términos consecuencialistas para evaluar la “eficacia” o “ineficacia” del ejercicio de nuestras acciones y nuestros derechos sin duda se podría dudar si realmente los merecemos o no (se suele decir que los individuos gozan de derechos porque existe confianza en nuestra capacidad como agentes político-morales). Por eso, repito, las orientaciones puramente consecuencialistas no sirven para justificar nuestros derechos o por lo menos, no para justificar el de participación política ni sus diversas formas de manifestación. En un país donde en la práctica todas las vías institucionales de expresión política están monopolizadas por los partidos políticos, la opción por el voto nulo no es ya descabellada ni “inútil”; más bien, es la única vía responsable y consciente de todos aquellos que quieren que su voz sea escuchada sin tener que legitimar con un “voto útil” una posición política para la cual han perdido toda esperanza. Al anular su voto, ese ciudadano utiliza su poder para expresar por otro medio su inconformidad con el sistema (quizá es el único medio que está a su alcance real: no todos están interesados en sentarse en la comodidad de su casa para abrir un blog y expresar su opinión, ni todos tienen el tiempo ni el dinero para dejar a un lado sus actividades cotidianas que aseguran la supervivencia y salir a las calles y manifestarse). Entonces, se usa el poder político ciudadano para demostrar el total rechazo no hacia la democracia sino hacia el estado actual de las cosas y, finalmente, para deslegitimar a aquellos que ejercen o van a ejercer el poder y que supuestamente van a representar a los ciudadanos. En este sentido, promover la práctica del voto nulo no es, de ningún modo, una postura antidemocrática ni un llamado al rechazo hacia los procesos democráticos de toma de decisiones ya que precisamente se hace uso de los únicos canales democráticos que poseen hoy los ciudadanos para ejercer su poder debido a la monopolización de la política por parte de los partidos políticos. A mi me parece, que bastan esos dos argumentos para justificar la práctica del voto nulo con independencia de la elucubración de una serie de “consecuencias” (únicamente negativas a juicio de sus detractores) que esa práctica pueda llegar a tener. Quizás, y repito, quizás, en otros contextos políticos valga la pena criticar a los anulacionistas. En el nuestro, dadas las condiciones de nuestra política actual, la idea, en cambio, me parece bastante razonable.

3. ¿Votar por quién?

Tengo la impresión de que las posturas que califican como “inútil” o “inservible” la anulación del voto y que se basan para ello en argumentos puramente consecuencialistas: como por ejemplo, que el voto nulo no consigue conformar una cámara con capacidades de gobierno (¡chocolate por la noticia!), terminan por morderse su propia cola por tres razones: (1) porque siempre tendrá sentido votar incluso cuando se opta por la anulación; (2) porque los argumentos consecuencialistas juegan en contra para defender, incluso, el valor del voto y el valor de la participación política en general (y posiblemente el de otros tantos derechos); y (3) porque esos mismos argumentos no servirían si quiera para condenar el abstencionismo.

Entonces, a todos aquellos que rechazan la anulación del voto argumentando que tendría como consecuencia una cámara desestructurada e incapaz de gobernar, los invito para que les digan a todos los que están hartos de la partidocracia mexicana en qué sentido deberían orientar su voto --i.e., por quién votar, cómo dirigir el voto para dar mayor representatividad a la ciudadanía; cómo repartir mi voto entre una cámara y otra, etc.--, para que los reclamos (que por otro lado todos compartimos) se hagan efectivos. Si están tan seguros de las consecuencias negativas de la anulación del voto, igualmente --o más bien, con mayor razón--, estarán seguros de las consecuencias favorables de orientar el voto en un sentido o en otro. Por eso, vale devolver la carga de la argumentación a los que se preguntan: "Anular y ¿después qué?", preguntándoles: “¿Votar por quién?”

©L. Gama

PD El COFIPE no distingue entre voto nulo, voto inválido y voto en blanco. Todos estos contabilizan como voto nulo. Pero lo cierto es que sí se toman en cuenta para la votación total, de la que luego se restan para conformar la votación nacional emitida. ¿En qué sentido “cuentan” los votos nulos?

Artículo 12.

... 2. En la aplicación de la fracción III del artículo 54 de la Constitución, para la asignación de diputados de representación proporcional, se entenderá como votación nacional emitida la que resulte de deducir de la votación total emitida, los votos a favor de los partidos políticos que no hayan obtenido el dos por ciento y los votos nulos.

Artículo 18.

1.

... b) La asignación de senadores por el principio de representación proporcional se hará considerando como votación nacional emitida la que resulte de deducir de la total emitida, los votos a favor de los partidos políticos que no hayan obtenido el dos por ciento de la votación emitida para la lista correspondiente y los votos nulos.

Artículo 274

1. El escrutinio y cómputo es el procedimiento por el cual los integrantes de cada una de las mesas directivas de casilla, determinan: ... c) El número de votos nulos;

2. Son votos nulos: a) Aquel expresado por un elector en una boleta que depositó en la urna, sin haber marcado ningún cuadro que contenga el emblema de un partido político; y b) Cuando el elector marque dos o más cuadros sin existir coalición entre los partidos cuyos emblemas hayan sido marcados;

Artículo 279

1. Se levantará un acta de escrutinio y cómputo para cada elección. Cada acta contendrá, por lo menos: [...] c) El número de votos nulos;

Artículo 295

1. El cómputo distrital de la votación para diputados se sujetará al procedimiento siguiente:

[...]

b) [...]Para llevar a cabo lo anterior, el secretario del Consejo, abrirá el paquete en cuestión y cerciorado de su contenido, CONTABILIZARÁ en voz alta, las boletas no utilizadas, los votos nulos y los votos válidos.

16 comentarios:

M Meneses dijo...

Comparto los argumentos con que se defiende el voto nulo. Sólo agregaría que incluso desde la perspectiva consecuencialista es defendible dicha postura. Esto así lo considero porque a las preguntas de los detractores a dicha clase de voto, como son ¿luego qué?, ¿qué cambia? respondería que los resultados de anular el voto, cuando menos, revelan que los ciudadanos están interesados en el destino de su gobierno, pero los candidatos a elegir no son los idóneos para conducirlo o bien, su propuesta política no les interesa, esto si es que existe tal propuesta; además, de ser una importante cantidad de votos nulos, el candidato así electo perderá legitimación y ello simplemente es catastrófico para el gobernante (como se ha podido percibir en el actual gobierno mexicano), situación que también al menos, no le daría margen de acción para vivir de la política y será mejor que se concentre en vivir para la política, tomando decisiones en las que se privilegien los intereses de la sociedad y no los partidistas o individuales. Alguien podría decir que este último escenario a nadie conviene porque debilita nuestras instituciones, pero pregunto yo ¿qué clase de instituciones?, porque si son como las que actualmente rigen en México, bienvenido ese debilitamiento, para iniciar el fortalecimiento de aquellas en las que exista el compromiso de los servidos públicos que las constituyen para con la ciudadanía.
Por ello, estimo que el voto nulo puede ser el detonante de un verdadero cambio político en México y lo mejor de todo, de manera democrática. Bienvenida la participación electoral ciudadana, sea cual sea su decisión.

Gabriel dijo...

Voto nulo: voto bulo.

Que los políticos son nada más ellos los que están mal, y nosotros los ciudadanos somos los buenos. Es un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos.

Este país, como ningún otro, cambiará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco, no bastan. Se requiere compromiso, inteligencia y paciencia.

Atentar contra las vías electorales para acceder al poder allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.

El voto nulo, el voto bulo: equivale al suicidio ciudadano.

La alternativa: la Propuesta Ciudadana del mínimo común denominador.

En la democracia mandamos los ciudadanos. Es cuestión de utilizar nuestras prerrogativas: libertad de expresión, libertad de asociación, y sufragio efectivo; de manera inteligente. Ya es tiempo de imponer nuestro mandato a la clase política.

Propuesta ciudadana del mcd

Si no estamos a gusto con nuestros políticos aprovechemos las elecciones de julio del 2009 para imponerles nuestra voluntad. Establezcamos un consenso que vaya más allá de nuestras preferencias partidistas o de grupo. Un mínimo común denominador para exigir por nuestro voto a cualquier partido o candidato. Estos son los mandamientos ciudadanos propuestos como mínimo común denominador para nuestro voto:

Mandamientos ciudadanos para las elecciones de julio del 2009:
1) Reducción del número de diputados federales de 500 a 300.
2) Disminución del número de senadores de 128 a 32.
3) Cancelación de seguros médicos privados de legisladores y de funcionarios públicos.
4) Recorte de la subvención a los partidos políticos la mitad.
5) Desaparición de los plurinominales de todas las legislaturas.
6) Limitar a tres las fechas de elecciones para un sexenio.

¿Qué es la propuesta mcd?
Se trata de establecer un piso para el voto ciudadano para el 2009. Algo que pueda reunir los intereses ciudadanos y demuestre de forma tangible los beneficios de la democracia.
Se trata de una lección de democracia en la práctica de y para los ciudadanos. Que nos de cuenta de nuestro poder y sea un claro mensaje de nuestro mandato para la clase política.
Que el mínimo común denominador de las ofertas de campaña de cualquier partido o candidato sea la de reducir el congreso: a un diputado por distrito electoral (300) y a un senador por entidad federativa (32) y destintar los ahorros derivados a ciencia y tecnología.

La propuesta del mcd no proviene, ni pertenece a partido político o agrupación definida. Pertenece a todo aquel que quiera hacerla propia. La única excluyente es utilizarla para atacar a personaje o a institución alguna. Si te convence la propuesta: aprópiatela. Únicamente otorga tu voto al candidato o partido que se comprometa con esta. Y difúndela tanto como puedas. Su viabilidad depende de las acciones individuales de los ciudadanos interesados.



Blog: propuestamcd.wordpress.com
Bitácora visual: http://www.flickr.com/photos/36662654@N08/
Presentación en video: http://www.youtube.com/watch?v=IVKoLrDaSzA
Correo –e: propuestamcd@yahoo.com.mx

Salgado dijo...

El anterior criterio conlleva a demoatar: que nuestras instituciones politicas -en las cuales obvio se citan IFE, TRIFE y el COPFIPE- no cuentan con os mecnismos indipensables para el manejo de la situacion que nos ocupa, esto es, como se indica existe una laguna para diferenciar entre: voto nulo, inútil y blanco; situación que como siempre es aprovechado por los grupos rapaces, que tomando dicha circunstancia gobiernan sin tner eficazmente un control. Asi, de lo anterior la pregunta con la cual se titula este artículo -¿Anular? ó ¿No votar?- me inclino por la premisa mayor,es decir, la manifestación libre de la voluntad de los electores para exigir el que su voz haga eco en el sistema polito-gubernamental que dirige a nuestro País, en sentido si al acudir a las casillas -para tachar la boleta completa o poner candidatos risibles, llámese El Buki- conlleva a determinar el sentir del gobernado, me inclino por tal hecho.

Unknown dijo...

Polo,

Interesante artículo, pero hay cosas que no comparto. Especialmente tu crítica al abstencionismo. Entiendo que pretendes apoyarte en algunas ideas de Rawls sobre la participación política y confieso de entrada mi ignorancia al respecto. Con todo, me pregunto si el argumento de Rawls es aplicable a otros contextos institucionales distintos al suyo. Es decir, creo que la participación política sólo puede tener un valor en sí mismo cuando el marco institucional en el que se ejerce permite participar efectivamente en el autogibierno de la sociedad.

Si el arreglo institucional (i)limita injustificadamente nuestras posibilidades de elección (a través de un oligipolio de partidos antidemocráticos que reproducen las perores prácticas políticas, como la corrupción y el nepotismo), (iii) dificulta la posibilidad de participar a través de la creación nuevos partidos políticos, candidaturas independientes, mecanismos de democracia directa etc; (iv) está diseñado para evitar la rendición de cuentas; (v) trivializa el debate político a través de campañas insustanciales; (vi) propicia un dispendio inmoral de recursos públicos; (vii)entrega la organización de las elecciones y el poder para resolver los conflictos derivados de éstas a incondicionales de los partidos y gente cuya imparcialidad y capacidad es bastante dudosa (por sólo mencionar unos cuantos puntos que me vienen a la mente), no encuentro cómo es que participar en esas condiciones tenga un valor en sí mismo.

En mi opinión, sería una ilusión asumir tu argumento y pretender que cuando votamos efectivamente nos estamos autogobernando. Para que ello sucede se necesitan reunir ciertos estándares mínimos de "calidad democrática" (para usar una expresión que les gusta a los politólogos). La calidad democrática de México (si es que realmente somos una democracia, cosa que últimamente dudo bastante) es paupérrima y nuestra clase política ha mostrado una y otra vez que no está dispuesta a mejorar sustancialmente el marco institucional en el que ejercemos ese "derecho de los derechos", que es la participación política.

En suma, me interesa defender la "dignidad del abstencionista" (para utilizar una frase de JSHM). La abstención también puede ser un mecanismo legítimo de protesta que no supone necesariamente conformismo, apatía o la renuncia a la participación política. Los abstencionistas tambien somos ciudadanos.

Arturo

Leopoldo Gama dijo...

Mi buen markito, gracias por postear, a ver si te pasas por aquí más seguido. Comparto tu idea: también la perspectiva consecuencialista sirve para defender la anulación del voto ¿quién puede negar que la existencia de un... digamos baja la mano 7% de votos nulos carece por completo de consecuencias políticas? Que nos compartan esa epistemología de la que parten los que aseguran que no hay consecuencias de dicha acción conjunta!! Por eso yo me sumo a lo que dices esperemos un tiempo para ver si, y en qué medida podemos evaluar las consecuencias de una anulación del voto significativa en términos numéricos.


Gabriel ¿pero en qué sentido atenta el anulacionalista contra las instituciones electorales? Es acaso ilegal anular el voto? Comparto al igual que tu lo que bien llamas mandamientos ciudadanos para las elecciones del 2009 pero esa opción aún sigue abierta con independencia de que exista gente que quiera optar por anular el voto, incluso, precisamente el que apuesta por la anulación puede argumentar que eso que tu propones es lo que intenta decir, es decir no está en desacuerdo con la necesidad de reformar nuestro sistema político!

Leopoldo Gama dijo...

Chuchin que honor! estoy contigo, dejen a los que quieran anular su voto para que se manifiesten libremente ...no entiendo en verdad posturas paternalistas que quieren influir en los ciudadanos como si fueran niños pequeños que necesitan orientación.

Arturo

menos mal que compartes la legitimidad del abstencionismo. No sabía que JSHM también lo apoya, la frase "dignidad del asbtencionista" me parece impecable. Bueno, realmente Rawls no fija postura acerca del asbtencionismo yo fui el que tiró de los hilos (posiblemente demasiado y merecere por eso una que otra mentada de madre)... por otro lado es Waldron quien precisamente sobre Rawls y la idea de "dignidad" íntrínseca de los procedimientos mayoritarios defiende el valor tambien intrínseco del derecho de participación política. Se trata sin duda de una postura que hay que interpretar a la luz de su idea de democracia: una concepción procedimental en la que considerando el hecho de los desacuerdos se rechazan todos los mecanismos del constitucionalismo. Ahora, si, ya me imaginaba que alguien iba rebatir la idea de autogobierno, asi que que bueno que lo apuntas. Sin duda hay muchos argumentos para discutir si y cuando, realmente los ciudadanos se "autogobiernan". Hay quienes, en el mismo sentido que tu pareces apuntar, si te lei bien, dirían que no hay autogobierno sino en la medida que el sistema político reúne condiciones mínimas de tipo sustantivo, por ejemplo se dice que los ciudadanos sólo se autogobiernan en una comunidad de iguales (alguien pondria como condicion de la democracia al satisfaccion por los derechos sociales, por ejemplo). Dworkin es uno de los más conocidos de esta posición sustantiva. Sin embargo, me parece que este tipo de concepciones estrictamente sustantivistas terminan por valorar los procedimientos políticos únicamente en virtud de su capacidad para hacer efectivos ciertos resultados. Punto medio? Pues sí, aquel que reconozca el valor intrínseco del procedimiento democrático y que, al mismo tiempo, exiga como ingrediente necesario la obtención de ciertos resultados. De todos modos, si, efectivamente, se puede dudar si mediante el voto, en el que se dice sólo “si” o “no” y no se reflejan ni nuestra ordenación de preferencias ni sus intensidades, nos estamos gobernando a nosotros mismos (hay teorias de la rational choice que han estudiado esto, pero no las conozco) ... pero con esto pues más agua buena para el pozo de los anulacionalistas y agua negra para los antianulacionalistas como Woldenberg o L. Cordova porque ni siquiera a aquel que está votando se le da la posibilidad de elegir y establecer correctamente el sentido de sus preferencias... a qué nos lleva esto? A deshacernos de la regla de la mayoría? no, para nada, de ahí que hay quienes resaltan sus rasgos formales o procedimentales, i.e., su valor intrínseco; pero tampoco hay que pensar por otro lado que el único criterio para determinar ya no el autogobierno sino el mejor tipo de gobierno sea uno de tipo puramente instrumental i.e. escoger aquel sistema que garantice los mejores resultados... seguramente me enrolle demasiado y no pude responderte como debía, pero el problema del “verdadero autogobierno” está en el punto central de discusiones actuales sobre la democracia en donde, como dicen los manuales típicos de dogmática jurídica “nuestros autores aún no se ponen de acuerdo”

Geraldina GV dijo...

Polo, y qué dice la voz del voto nulo?
"El que anula, pues, sabe que la suya no es la única voz...pero eso no le impide ver que tiene derecho a que su voz, sea cual sea el sentido en la que se oriente, sea escuchada."

Si tengo 15% de votos nulos, qué me dicen? Quién interpreta esa voz, sea cual sea el sentido?

http://gerasplace-reloaded.blogspot.com/2009/06/el-espejo-del-futuro.html

Anular por la convicción individual de que ningún candidato ni propuesta ni partido te convencen es una cosa, anular esperando que suceda algo, es inocente, pariendo de la premisa de que anulas porque no confías en los partidos, por qué si confías en que con un 15% de anulación harán algo?
Y luego, un 15% (suponiendo que llega a ese porcentaje) y que representa voces diversas (inconformes con los partidos, inconformes con el sistema, inconformes con la política, etc.) cómo deberían traducirse? en reformas? y vale el 15% para convertirla en iniciativa?

Por último, no te parece importante la parte de legitimaición o deslegitimación del Gobierno de Calderón?
Es decir, al anular el voto estan anulando también lo que ha hecho el Presidente estos 3 anyos...

No sé. Como movimiento, la anulación me parece muy naive.

No hay pruebas de que no vaya a pasar nada, como tampoco hay pruebas de que vaya a pasar. Pero la experiencia en otros países nos muestra que los políticos hacen caso omiso de votos nulos y abstenciones, aunque tengan una voz escondida (está el ejemplo alemán que puedes consultar en mi blog).

Los argumentos consecuencialistas los usan quienes promueven la anulación como un fin en sí misma para "que los partidos cambien" esperando que éstos interpreten los votos nulos.

Creo que es muy cómodo anular e irse a dormir con la conciencia tranquila. Por qué no mejor proponer, y ese número de ciudadanos inconformes presentar iniciativas? Me parece´prácticamente más útil....

Al final del día, el voto es libre y cada quien decide como mejor lo usa o lo desperdicia...

Saludos!

Anónimo dijo...

yo voy a ir a alas urnas el dia 5 de julio pero tachare mi boleta por q no encuentro un candidato q me de opciones para creer q mejorara el pais mi comunidad creo q si anulamos el voto haremos q nuestros politicos se den cuenta q queremos un cambio real y no mas de lo mismo

Leopoldo Gama dijo...

hola Gera, gracias por postear

bueno, en primer lugar, es claro que estoy a favor del voto nulo. Sin embargo no creo que el modo correcto de defenderlo sea el ingenuo. Yo defendí que es intrínsecamente valioso el derecho de participación política y cualquiera de sus manifestaciones. También critiqué a los antianulacionalistas que creen que un hecho social determinado carece por completo de consecuencias políticas y los ciritiqué fundamentalmente porque el argumento que usan para descalificar a los antianulacionalistas no les sirve si quiera para criticar a los abstencionistas, i.e., el argumento PURAMENTE consecuencialista.

Ahora, yo creo que hay algo de razón EN PARTE de los argumentos de los antianulacionalistas y es que mucha gente ha defendido de forma bastante ingenua la anulación del voto. Pero creo que se pierden AMBOS de algo importante que es, repito, el valor intrínseco de la participación política.

Ahora, obviamente es imposible reconstruir UNÍVOCAMENTE las intenciones SUBJETIVAS de todos y cada uno de los votos anulados: algunos lo anularn por error; algunos lo anularán porque están en contra del sistema político en general; otros lo harán porque están hartos de FCH; otros porque están hasta al gorro de los partidos políticos; otros porque creen que la clase política mexicana es paupérrima; otros porque creen que todos los políticos son hombres malos; otros porque los consideran pecadores; otros porque creen que todos son ladrones, corruptos, etc; pero, del mismo modo será imposible reconstruir UNÍVOCAMENTE las intenciones subjetivas de los que votan a favor de un partido político y no de otro; es decir, tampoco podemos reconstruir las intenciones subjetivas de los votantes (de los votos emitidos) a partir de una boleta electoral. No sabemos a partir de ese material cómo ordenan sus preferencias. No sabemos si hay empates entre unas y otras preferencias y de qué forma se da el desempate. No sabemos si los votantes prefieren X después Y, después Z; o Y, X, Z., etc., no sabemos si alguien vota por el menos peor. No sabemos si alguien emite un “voto de castigo. No podemos distinguir los que votaron por el PRI por convicción de los que votaron por el PRI por razones estratégicas. Por tanto, la dificultad para la lectura tanto de los votos nulos como de los votos emitidos es SIMÉTRICA.

Leopoldo Gama dijo...

ahora, dices que

“Anular por la convicción individual de que ningún candidato ni propuesta ni partido te convencen es una cosa, anular esperando que suceda algo, es inocente”

entonces pensarás también que aquellos que van a votar por el PRI por convicción individual de que es el partido que va a imponer un verdadero contrapeso a la presidencia de Calderón y por tanto que la gobernabilidad en el país será más llevadera es igual de inocente. Desde este punto de vista ambos argumentos son igual de naive: la ingenuidad, es simétrica.

Luego dices que “Creo que es muy cómodo anular e irse a dormir con la conciencia tranquila” Y yo me pregunto ¿Por qué van a tener la conciencia intranquila los anulacionalistas no lo entiendo? ¿No es esa postura un tanto paternalista: hijo no votes así porqué vas a hacer un mal?

También dices “Por qué no mejor proponer, y ese número de ciudadanos inconformes presentar iniciativas? Me parece´prácticamente más útil”

Y yo te contesto que la opción por la anulación y la opción por presentar iniciativas no son mutuamente excluyentes.

Yo en verdad no se porqué hay tanta gente que se pone tan visceral porque hay quienes quieren y tienen la intención de anular el voto. Ayer precisamente fueron las elecciones europueas y muchos compañeros de por aquí votaron en blanco y fue para ellos algo completamente legítimo, mientras que en mexico nos rasgamos las vestiduras. Por eso, vuelvo a preguntarles a los que están tan seguros de todas las consecuencias negativas que puede acarrear el voto nulo, que recomienden de qué forma debe la gente votar para que esas reformas que mexico necesita sean efectvamente llevadas a cabo. La carga de la prueba no está en los que optan por la anulación del voto, sino en sus críticos: que demuestren, si es que pueden, que es posible predecir ex ante la “ineficacia” de una cierta acción llevada a cabo por un conjunto de individuos como si la política fuera lo mismo que la física, la química o la biología (a mi me sorprende que politologos de renombre esten tan seguros de esa posibilidad y me enferma que pongan sus credenciales académicas arriba de sus criticas a los anulacionalistas como diciendo: yo soy doctor en ciencias politicas por la universidad de C, por lo tanto soy voz más que autorizada. ¿Qué curioso verdad que ningun articulo de opinion de esa politologa haya estado precedido por sus credenciales academicas excepto aquel en el que critica a los anulacionalistas?)

Ahora, sea lo que sea, hay algo muy bueno en todo esto, y es que nunca se había visto un méxico tan pendiente de la política, p´racticamente todo mundo está discutiendo en qué sentido orientar su voto; así que todo este movimiento anulacionalista y antianulacionalista más que deteriorar al país lo enriquecen, creo yo ¿quién se iba a imaginar que unas elecciones “intermedias” iban a causar tanta polémica: esta es precisamente una sociedad participativa.

… gracias por tu post, me dio oportunidad de poner algunas ideas mas aunque de manera un poco torpe.

Geraldina GV dijo...

Bueno creo que quienes convocan al voto nulo (no tú, sino muchos analistas y personas en la red) son quienes usan argumentos viscerales, he leído puros adjetivos. En lo personal no siento haber sido visceral, ni me han parecido las posturas de Ma. Amparo Casar, Woldenberg, Granados Chapa, Alcocer, Krauze, y un gran etc. Yo intento razonar, no entiendo qué esperan algunos con anular el voto.
Comprendo tus argumentos y comparto la sensación de todos de desconfianza y hartazgo con una clase política corrupta y egoísta. Pero también creo que no es cierto que todos los candidatos sean corruptos, ni que sea cierto que las propuestas sean vacuas y vomitivas (repito los adjetivos que he leído). He leído las propuestas de los tres partidos y comparto muchas, otras no me gustan y me preocupan. La defensa de derechos del PRD me parece importante, la convocatoria a un debate nacional del PRI me parece rescatable y las propuestas de reelección consecutiva del PAN me gustan.
Claro que cuando votas se puede saber la intención del votante, vamos Polo, no se vota por tema, se vota por partidos o individuos. Lo que es inequivoca es la voluntad de los anulacionistas porque no están vinculando esa anulación a una propuesta. Escribir cosas en la boleta da lo mismo que rezar en la casilla, nadie se va a enterar.

Los argumentos para anular el voto han sido desde mi punto de vista puramente retóricos, pues pretenden que esos políticos en quienes ya no confían sean quienes propongan y voten los cambios que además deben interpretar de un porcentaje de boletas anuladas. Presentan una falsa dicotomía. Si voto estoy de acuerdo con el statu quo si anulo estoy inconforme. y Eso tampoco es cierto.

La democracia no es un sitio a donde llegar sino una manera de viajar, de manera que me parece muy cómodo que haya ciudadanos (no digo que tú) que anulen y duerman tranquilos y con eso "ya participaron". Y participar no se reduce a votar, hay muchas formas de participar y si queremos un cambio debemos movernos.
Efectivamente una cosa no excluye a la otra, pero a excepción de la propuesta de Aguayo (cursi Esperanza Marchita) ningún analista ha hecho propuestas.

Cada ciudadano es libre de hacer con su voto lo que mejor le parezca, a quienes no acabo de entender es a aquellos que esperan que del porcentaje de anulación venga una respuesta. Eso es lo que no comprendo. "El derecho de participación posee un valor intrínseco", de acuerdo, y sobre todo me parece estoíco ir a la casilla, formarme, tachar la boleta, dejar que me ensucien de tinta, y todo para decir "yo participé! yo los anulé!" pero jurídicamente los votos nulos no cuentan y sí se integrará una cámara a la que después le vamos a pedir reformas fundamentales con una legitimidad muy baja. Eso es todo mi punto.

Es algo así como "curarse en salud"...así lo veo.

Pero, más allá de lo que cada quien haga con SU voto, creo que hay que vincularlo a propuestas, estoy proponiendo un décalogo para vincularlo y obligar a los representantes...chécalo y dime que opinas...

Saludos!

Geraldina GV dijo...

fe de erratas:
Lo que es Equívoca es la voluntad de los anulacionistas porque no están vinculando esa anulación a una propuesta. Escribir cosas en la boleta da lo mismo que rezar en la casilla, nadie se va a enterar.

Bueno, te invito a tí y a tus lectores a que superemos el debate del voto nulo o válido, al fin y al cabo cada quien sabe lo que hace con su derecho. Qué tal si mejor nos unimos en lo que coincidimos, las cosas andan mal, los partidos están alejados de nosotros, la política es corrupta y los políticos no nos representan...
Hay que proponer y debatir!

Date una vuelta por mi blog, y si tienes cuenta de Facebook, únete al Movimiento para la ciudadanización de los partidos.

Saludos!

Leopoldo Gama dijo...

hola Gera,

dices muchas cosas, pero para no ser cansinos como dicen por aquí me centro en dos párrafos tuyos


"Claro que cuando votas se puede saber la intención del votante, vamos Polo, no se vota por tema, se vota por partidos o individuos. Lo que es inequivoca es la voluntad de los anulacionistas porque no están vinculando esa anulación a una propuesta. Escribir cosas en la boleta da lo mismo que rezar en la casilla, nadie se va a enterar.

Los argumentos para anular el voto han sido desde mi punto de vista puramente retóricos, pues pretenden que esos políticos en quienes ya no confían sean quienes propongan y voten los cambios que además deben interpretar de un porcentaje de boletas anuladas. Presentan una falsa dicotomía. Si voto estoy de acuerdo con el statu quo si anulo estoy inconforme. y Eso tampoco es cierto."

lo que decia yo es que es difícil reconstruir la intención subjetiva de cada votante individual y no se si se de alguna diferencia de grado entre votar por un tema especifico, un partido o una persona, pero de principio diría que es difícil en unos casos e imposible en otros reconstruir univocamente las intenciones de todos y cada uno de los votantes. Lo único que tenemos es interpretar resultados generales y se intentará reconstruir, a partir de una hipotesis la intención generalizada... esto lo digo porque en verdad, creo que da igual que si el que apuesta por anular lo hace por desencanto, ánimo revolucionario o estupidez...asi como da igual que el que emite el voto apostando por el azul lo hace por conviccion, estrategia o por hacerse harakiri... .. no se si me este dando a entender. Lo que si coincidimos quizas en que hay quienes creen efectivamente que con el voto nulo pues van a hacer una revolución o algo por el estilo... pero ¿no votaba asi mucha gente, con intenciónes subjetivas semejantes por el PRD en la anterior elección?

no estoy en facebook ... pero de que me meto a tu blog me meto, eso sí.

Geraldina GV dijo...

Bien coincido contigo, la cosa es que no se puede esperar que del % de anulación salga un nuevo arreglo institucional.
Pero como se inventó la famosa Third Way, buscamos unir las coincidencias entre anuladores y antianuladores y que esa energía discutidora no se pierda en el vacío....
Anímate y únete a la propuesta, está en mi blog y si te interesa te envío la agenda que estamos trabajando, Somos pocos apenas 37 pero bueno por algo se empieza y empezamos ayer.

Saludos!!

Minor dijo...

Excelente artículo.
Si bien entendí tus argumentos, el punto central es la defensa del voto nulo. En este sentido comparto los razonamientos del voto nulo, porque en realidad el hecho de anular un voto refleja una manifestación política y el ejercicio del derecho de participación, con independencia de las consecuencias jurídicas, a diferencia del abstencionismo. Sin embargo, desde mi particular punto vista el ejercicio de los derechos políticos es directamente proporcional al nivel de consciencia política de una sociedad, es decir, si anulo un voto, es porque (entre otras muchas razones) la oferta politica no me convence, pero para llegar a esta decisión, es porque como ciudadano tengo una cultura política y una vez meditado, decido anular mi voto como expresión política y en uso de mis derechos;por lo tanto y lo precocupante es el nivel de conscicencia política que existe ya no en la población en general, sino en los ciudadanos, ya que muchos ciudadanos ni siquiera saben que habrá elecciones, ni mucho menos se ponen a pensar ¿por quién votar?,o ¿si anular mi voto o no? Este es un problema que tiene que ver con otros factores, pero que no se debe perder de vista.

Anónimo dijo...

Con respecto a esta campaña en que se está promoviendo que las personas anulen su voto durante las próximas elecciones quisiera comentar lo siguiente:

En primer lugar, obviamente que cada persona es libre de hacer con su derecho al voto lo que mejor le parezca, pero creo que al menos esa debe ser una decisión informada.

Hace años trabajé en el IFE, cuando apenas comenzaba sus funciones y en aquel tiempo la legislación electoral contemplaba como una causal de anulación de la votación en una casilla el que existieran mas del 20% de votos nulos dentro del total de votos y si en una elección había un 20% de casillas anuladas se podía anular toda la elección.

Esto quiere decir que en aquel entonces los ciudadanos contábamos con una herramienta poderosa y efectiva para influir en la selección y elección de candidatos.

La actual legislación ya no cuenta con esta causa de nulidad, es decir, que en algún momento nuestros "supuestos" representantes eliminaron para nosotros esta posibilidad, por eso cuando los escuche decir que no tenía ninguna consecuencia legal el anular el voto me moleste por que efectivamente eso es cierto.

En conclusión, durante años tuvimos poder y no lo utilizamos, muchos de nosotros ni siquiera hacemos uso de nuestro derecho y simplemente no nos presentamos a votar, en este momento el anular nuestro voto prácticamente significa lo mismo.

Somos prisioneros de los partidos politicos, todos por igual nos solicitan nuestro voto para validar su permanencia, pero en realidad no lo necesitan, la legislación actual esta hecha para preservar un sistema de partidos que solo sirve a los intereses de ellos mismos, cuando los candidatos electos llegan a sus puestos solamente obedecen a los intereses de su partido y si nadie fuera a votar con su solo voto lograrían ganar.

Por ello pienso que los ciudadanos debemos dejar de quejarnos de nuestros gobernantes e involucrarnos en el trabajo de los partidos politicos, participar con ellos según sea nuestra preferencia, la única forma de asegurarnos que diputados, senadores y demas representantes públicos sirvan a los intereses de todos es participar activamente en la politica y desde el interior de los partidos, hacernos responsables de las personas que nos representan, están el juego el futuro de nuestro país y de nuestros hijos, es muchísimo el dinero que manejan los políticos y nosotros con nuestra apatía permitimos que se desperdicie, malgaste y utilice de manera mezquina, egoísta y hasta perversa.

Yo los invito a que acudan a votar y por ningún motivo depositen una boleta sin marcar dentro de la urna, en el peor de los casos por lo menos anúlenla, pero en el futuro lo mejor para todos será convertirnos en activos participantes de la vida política de nuestro país y verdaderos protagonistas de nuestro destino.