Partiendo de un concepto clerical de dignidad, la iglesia católica considera que los tiempos en que vivimos −aquellos en los que una sociedad a través de sus mecanismos estatales, tolera, promueve y legitima la ‘destrucción’ de los ‘débiles’−, reflejan una visión deshumanizada o, más bien, un vaciamiento de lo humano (scardinamento dell’umano) propio de una cultura egoísta y nihilista. Cabe recordarle al cardenal Ersilio Tonini (quien fue el que pronunció esas palabras), que los miembros de una comunidad democrática, caracterizada por un amplio pluralismo ideológico, no podemos compartir la idea de que los seres humanos poseemos dignidad en virtud de la posesión de un alma que dios insufla desde el momento de la fecundación.
En el marco de una Constitución liberal como la de Alemania, EEUU o México ¿se puede discutir sobre la regulación del aborto, la eutanasia o la investigación con células troncales, cuando se parte de un concepto de dignidad tal?